martes, 19 de agosto de 2008

A donde ir?



Hace tiempo, la relación de Irma y su esposo era ya complicada, llena de violencia y abusos, aunque ella queria seguir con el y lo amaba, las infidelidades, borracheras y golpes eran parte de la historia que la unían a él, ya tenían a la tercera hija y la situación económica era jodida.

Decidieron irse juntos al norte, como lo hacen muchas otras personas, para darle educación y una mejor vida a sus hijos e hijas y tratar de encontrar un nuevo camino juntos, lejos de la codependencia con sus padres, con lo que todavía vivían.

Ella había trabajado toda su vida en casa, aunque había estudiado en la Universidad, su mundo era bastante alejado de la vida pública y se la pasaba encerrada en si misma. Cuando deciden salir al norte, todo era complejo un nuevo idioma, lejos de la familia y con los problemas de pareja en la mochila.

Sin embargo tuvo que asumir los nuevos retos, teniendo que trabajar en las labores que les toca a las mujeres inmigrantes, trabajando en las casas, cuidando enfermos y niños y niñas, impulsando iniciativas de trabajo por cuenta propia como vender comida de su país, artesanías y otras cosas, sin embargo inició una vida de militancia en defensa de los derechos de las mujeres, especialmente de las inmigrantes.

Fué alla donde finalmente adquirió autonomía e independencia, a pesar de todo el racismo y la exclusión y pudo encontrarse con otras mujeres como ella, así pudo separarse del hombre que amó pero que le hizo tanto daño y esta recuperandose.

Ahora enfrenta ella y muchisimas mujeres, una situación grave de amenaza contra su integridad y dignidad, debido a las restricciones y agudización de las políticas anti inmigrantes, corre el peligro como muchas que en cualquier momento toquen a su puerta y la apresen para posteriormente deportarla.

Todas las noches es un martirio, no duerme pensando e ideando miles de estrategias para sobrevivir en la clandestinidad, como esconderse, que calles recorrer para no ser vista, a que horas ir al supermercado, que calles no frencuentar nunca más. Se sobresalta, tiene pesadillas, han vuelto a ella todos los fantasmas de su infancia, de su adolescencia, de persecución durante la guerra en su país, está enferma, deprimida, además sus padecimientos se agravan, siente un poco de alivio con las ampollas de vitamina B que le envían de su país, para los nervios.

No sabe si regresar a su país, que hará alla? en que trabajará? además no tiene casa, ni nada, lo que ha trabajado todos estos años han servido practicamente para sobrevivir, enviar dinero a sus familiares, especialmente a su hijo a quien sigue apoyando económicamente y quien le sigue preocupando.

Cuando llega por la tarde para cenar, tiene que comer con miedo, las luces medio apagadas pues en cualquier momento le tocan la puerta, ya las abogadas le sugirieron que no abra la puerta, que mientras no lo haga, no la pueden llevar.

Por la mañana sale muy temprano con miedo de ser vista, el otro día mientras iba en el bus, detuvieron a otras mujeres así caminando, las detuvieron y las consignaron.

A pesar de eso, quiere seguir aportando desde su militancia, denunciando, organizando, sensibilizando, informando sobre los derechos de las mujeres inmigrantes.

domingo, 10 de agosto de 2008

Abuso contra mujeres inmigrantes trabajadoras de casa particular

Dentro del debate sobre la inmigración ilegal, ellas permanecen prácticamente en silencio, invisibles. Son los cientos de miles de extranjeras, muchas de las cuales se encuentran ilegalmente en Estados Unidos, que trabajan en los hogares del país como niñeras, cocineras y sirvientas, cambiando pañales y fregando pisos. Son empleos que representan el último recurso de gente que no tiene muchas opciones.

Las afortunadas perciben salarios dignos y labran un futuro promisorio para su familia. Las otras, aisladas y recelosas, sufren una serie sobrecogedora de abusos, desde salarios tan bajos que lindan con la explotación, hasta el abuso sexual. Algunas son obligadas a dormir en armarios, otras reciben amenazas de que serán deportadas si se quejan por el trabajo excesivo.

''Estas personas pueden ser sumamente vulnerables, particularmente si son indocumentadas'', dijo Sam Dunning, quien supervisa los programas de justicia social para la arquidiócesis católica de Galveston y Houston. ``Si surge cualquier disputa sobre las condiciones de trabajo, ellas tienen muy pocos recursos''.

Se trata, según palabras de Dunning, de un sector laboral sumido en las sombras y generalmente excluido de la protección estatal y federal.

Expertos y activistas coinciden en que crecen las filas de trabajadoras domésticas --las cuales suman probablemente más de un millón--, aunque el cálculo del número exacto y la regulación de sus lugares de trabajo resultan tareas casi imposibles.

Los empleadores suelen hacerse de sus servicios sin dejar rastros contractuales para eludir las contribuciones a la Seguridad Social o la atención médica. Muchas indocumentadas prefieren trabajar en la economía subterránea para reducir las probabilidades de deportación.

En algunas ciudades, activistas han emprendido campañas para organizar a las trabajadoras domésticas y crear conciencia sobre sus tribulaciones. Pero las tácticas tradicionales de presión de los trabajadores --los contratos colectivos o la amenaza de huelga-- simplemente no son viables.

Las condiciones de trabajo resultaron tan duras que Tomasa Compeán abandonó un trabajo de sirvienta en Houston, que había tenido durante 18 años. En ese período, su paga subió apenas de $30 a $50 diarios, pero sus labores de limpieza seguían incrementándose y la mujer se sentía presionada para trabajar incluso cuando estaba enferma. ''Me trataban pésimo'', dijo Compeán sobre sus antiguos empleadores. ``Siempre me pedían hacer más y más cosas''.

Compeán, de 58 años, renunció y aceptó un empleo de tiempo completo como conserje de una oficina. El año pasado, ayudó a encabezar una huelga de 5,300 conserjes de Houston recién sindicalizados, en su mayoría indocumentadas, quienes consiguieron mejores salarios y condiciones de trabajo.

''Ahora, si ocurre cualquier problema, puedo lidiar con él'', dijo Compeán, quien llegó de México hace 27 años. ``Pero sería muy difícil organizar a las trabajadoras domésticas. La gente que trabaja en casas privadas tiene miedo hasta de hablar''.

La contratación de trabajo doméstico no está ya sólo reservada a los ricos. Muchas familias de clase media sienten en estos momentos que pueden costearse el servicio si recurren a alguna de las numerosas inmigrantes dispuestas a trabajar por salarios modestos.

Muchas mujeres que trabajan recurren a una sirvienta para que se encargue de las tareas para las que ellas ya no tienen tiempo o energía. Varias de las mujeres que aceptan estos trabajos son madres solteras, que sostienen a niños a quienes trajeron con ellas a EEUU o a quienes dejaron en su país. Quienes trabajan como niñeras suelen dedicar más tiempo a los hijos de sus empleadores que a los propios.

Los activistas en Houston, que comienzan apenas sus esfuerzos para ayudar a las trabajadoras domésticas, enfrentan varios desafíos. Texas es considerado un lugar relativamente hostil para la organización sindical y no hay maneras efectivas de comunicarse con las trabajadoras domésticas o las niñeras que están metidas en las viviendas de la gran ciudad.

''Estas mujeres tienen las peores historias que contar, pero son las más difíciles de encontrar, pues trabajan todo el día en esas grandes casas'', dijo Annica Gorham, del Centro Interreligioso de Justicia en Houston. ``Necesitamos hablar con ellas cuando están fuera con los niños o cuando salen a pasear al perro''.

Alta Tasa de Mujeres Inmigrantes Asesinadas


"Los policías me preguntaron que por qué había aguantado tanto. Tenía miedo por ser ilegal y de que nadie me creyera porque él siempre me decía: '¿dónde vas a ir tú?, ¿quién va a creer a una extranjera ilegal?'". Quien así habla es una inmigrante marroquí, una de las muchas mujeres extranjeras que sufren violencia de género, pero son invisibles por no tener 'papeles'.

Amnistía Internacional ha dado la voz de alarma y, en un nuevo informe, ha denunciado que la tasa de mujeres inmigrantes asesinadas a manos de sus parejas es seis veces mayor que la de las españolas. Veamos: de las 65 mujeres asesinadas a lo largo de 2007 cuando se realizó el informe (ahora son 69), un total de 41 eran españolas y 24, extranjeras. Es decir, una de cada tres mujeres víctimas de la violencia de género era inmigrante.

Son mujeres que sufren una triple discriminación: por su condición femenina, por ser inmigrantes y, en ocasiones, por carecer de documentación. ¿Cómo acudir a una comisaría cuando te puede caer una orden de expulsión? ¿Cómo denunciar cuando tu autorización de residencia depende de tu agresor? ¿Cómo sobrevivir cuando apenas tienes acceso a la Justicia o a los recursos sociales?

Las cifras ponen de manifiesto que las extranjeras están más desprotegidas, son más vulnerables y, por tanto, tienen un mayor riesgo de sufrir la violencia de género. Según Amnistía Internacional, la protección a los derechos humanos no es igual entre españolas e inmigrantes, especialmente en el caso de las mujeres reagrupadas en España por su agresor o las que se encuentran en situación irregular.

Obtener justicia«A pesar de la Ley Integral y de algunas medidas adoptadas, siguen existiendo desventajas y obstáculos que impiden a estas mujeres superar el ciclo de la violencia y obtener justicia», afirma María Naredo, investigadora del informe.

El estudio 'Más riesgos y menos protección: mujeres inmigrantes en España frente a la violencia de género' se presentó con motivo de la celebración el 25 de noviembre del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Tener que acreditar la condición de víctima de la violencia de género a través de una denuncia o una orden de protección son dos de los principales obstáculos con los que se encuentran las inmigrantes para acceder a los centros de acogida. Muchas de estas mujeres han conseguido sus papeles gracias a su marido, ya que han sido reagrupadas en España desde su país de origen gracias a él. Por tanto, tienen miedo a denunciar a su agresor porque temen poner en peligro su estatus legal.

Ante esta situación, Amnistía Internacional pide al Gobierno que garantice la plena protección de los Derechos Humanos de las mujeres inmigrantes y un cambio en el Reglamento de la Ley de Extranjería.

En opinión de la ONG, la normativa debe permitir que las autorizaciones de residencia, tanto para las mujeres reagrupadas por su agresor como por circunstancias excepcionales, lleven aparejado un permiso de trabajo para que puedan encontrar un empleo e independizarse.
Tomado del diario El Mundo de España - 29/11/2007

Trabajan mujeres ilegales 'de lo que sea' en NY


La crisis económica que afecta a Estados Unidos la empiezan a notar ya también las mujeres inmigrantes indocumentadas, como las mexicanas que cada mañana esperan pacientes en la calle a que les contraten por horas.La cita es en la esquina de la Octava Avenida y la calle 37, en pleno "distrito textil" de Manhattan. Desde hace años, las inmigrantes se acercan hasta aquí para probar suerte y ver si alguien las contrata para ese día en tareas de limpieza en domicilios, almacenes o factorías.

Esta forma de buscar trabajo no es nueva, aunque sí un tanto inusual por tratarse de la Gran Manzana. En otros puntos de la ciudad más periféricos, o en otras partes del país, sí es costumbre que los inmigrantes "sin papeles" salgan a las calles a buscar que les contraten para "lo que sea".

Lo que es más novedoso es que, desde hace algunos meses, la situación ha cambiado. Ya no es tan fácil que alguien les ofrezca ese trabajo por horas que les salvará el día. Y si lo hacen, es a menor precio.

Todos le echan la culpa a la crisis económica, un concepto que no entienden demasiado bien pero del que hablan mucho últimamente, y que sobre todo notan en sus bolsillos. Sus familias en Guerrero o Puebla, también ven como merman las remesas.

María, de 28 años y que prefiere no dar su apellido, lleva dos semanas llegando a las siete y media de la mañana a esta esquina. Sólo un día ha encontrado trabajo. El resto espera paciente hasta las 11 o 12 del mediodía y si no ha salido nada, se vuelve a su casa de El Bronx.
"La situación ha ido a peor. Antes era más fácil que te contrataran.
Yo llevo poco tiempo viniendo pero mis compañeras más veteranas me dicen que esto no es lo que era", dijo a Notimex, hablando pausadamente apoyada en una cabina telefónica.

María lleva ocho años en Nueva York, donde llegó directamente de Guerrero en busca de una vida mejor. Casada, acaba de tener su segundo hijo.

"No veo el día de volver a mi país. Aquí no estoy contenta, echo de menos a mi madre", dice en voz baja. "Pero tengo que aguantar un poco más, por lo menos hasta que mis hijos crezcan y aprendan algo de inglés".

A su lado, Marisa Ortiz, también a punto de cumplir los 30 años, y originaria de Puebla, cuenta que en la última semana sólo ha trabajado dos días."Ya casi no vale la pena venir aquí y perder toda la mañana. Además, si te contratan te pagan cada vez menos", explica a Notimex.

El sueldo que les pagan ronda los 8.50 dólares la hora, no muy por encima de los 5.50 dólares en el que está fijado el salario mínimo en el estado de Nueva York. Pero cada vez más frecuente que les ofrezcan seis o siete dólares.Eso sí, no tienen ningún tipo de beneficio ni derecho. Aceptan cualquier cosa. "Qué podemos hacer si no tenemos papeles", se lamenta María, quien ha estado un año sin venir aquí porque se quedó embarazada. Ahora ha tenido que regresar.

De repente, las casi 20 mujeres que están apoyadas en las esquinas, contra un escaparate de un establecimiento de Dunkin?Donuts se agitan y se arremolinan alrededor de una señora de rasgos asiáticos.

Llega a buscar mujeres dispuestas a limpiar una fábrica cercana y también a empacar material textil, telas y otros productos.En menos de un minuto de "negociación", escoge a dos muchachas y desaparece por entre la multitud.Ni Marisa ni María han tenido suerte. "Dice que quería que hablaramos inglés bien. Yo le he dicho que eso no importa, que no necesito saber inglés para limpiar y barrer el suelo", comenta María.

Ellas, junto al resto de sus compañeras, la mayoría mexicanas y ecuatorianas, son otra cara más de la inmigración ilegal. Pero más invisible que los hombres.

La mayoría no entra en las estadísticas, aunque su presencia se ha duplicado en las grandes ciudades como Nueva York, donde la demanda no está en el campo, sino en el sector de las manufacturas o como empleadas de hogar.

Según datos oficiales, las mujeres representan el 44 por ciento de la fuerza de trabajo de bajo salario entre los inmigrantes.

viernes, 8 de agosto de 2008

abusos contra las mujeres inmigrantes en Estados Unidos


Queremos denunciar a la comunidad nacional e internacional las violaciones a los derechos humanos que ocurren contra la comunidad inmigrante en Estados Unidos.

Tal es el caso de Juana Villegas, de origen Mexicano, esposada de pies y manos, empezó su trabajo de parto, así tuvo a su hijito Gael, mientras a ella se le trataba como una criminal, por manejar sin licencia de conducir y por estar indocumentada.

Estuvo 6 días en la cárcel y ella durante su dentención advirtió que estaba próxima a dar a luz, aún así fue apresada durante 48 horas hasta que se le rompió la fuete, esto ocurrió en Nashville, Tenesse.

Cuando la ingresaron al hospital, la mantuvieron atada de una mano y un pie a la cama, siendo custodiada por agentes que la soltaron, hasta que dio a luz, no pudo ni darle de mamar a Gael y la regresaron a la cárcel.

Exigimos el respeto a los derechos humanos de las mujeres y de los y las inmigrantes.