La crisis económica que afecta a Estados Unidos la empiezan a notar ya también las mujeres inmigrantes indocumentadas, como las mexicanas que cada mañana esperan pacientes en la calle a que les contraten por horas.La cita es en la esquina de la Octava Avenida y la calle 37, en pleno "distrito textil" de Manhattan. Desde hace años, las inmigrantes se acercan hasta aquí para probar suerte y ver si alguien las contrata para ese día en tareas de limpieza en domicilios, almacenes o factorías.
Esta forma de buscar trabajo no es nueva, aunque sí un tanto inusual por tratarse de la Gran Manzana. En otros puntos de la ciudad más periféricos, o en otras partes del país, sí es costumbre que los inmigrantes "sin papeles" salgan a las calles a buscar que les contraten para "lo que sea".
Lo que es más novedoso es que, desde hace algunos meses, la situación ha cambiado. Ya no es tan fácil que alguien les ofrezca ese trabajo por horas que les salvará el día. Y si lo hacen, es a menor precio.
Todos le echan la culpa a la crisis económica, un concepto que no entienden demasiado bien pero del que hablan mucho últimamente, y que sobre todo notan en sus bolsillos. Sus familias en Guerrero o Puebla, también ven como merman las remesas.
María, de 28 años y que prefiere no dar su apellido, lleva dos semanas llegando a las siete y media de la mañana a esta esquina. Sólo un día ha encontrado trabajo. El resto espera paciente hasta las 11 o 12 del mediodía y si no ha salido nada, se vuelve a su casa de El Bronx.
"La situación ha ido a peor. Antes era más fácil que te contrataran.
Yo llevo poco tiempo viniendo pero mis compañeras más veteranas me dicen que esto no es lo que era", dijo a Notimex, hablando pausadamente apoyada en una cabina telefónica.
María lleva ocho años en Nueva York, donde llegó directamente de Guerrero en busca de una vida mejor. Casada, acaba de tener su segundo hijo.
"No veo el día de volver a mi país. Aquí no estoy contenta, echo de menos a mi madre", dice en voz baja. "Pero tengo que aguantar un poco más, por lo menos hasta que mis hijos crezcan y aprendan algo de inglés".
A su lado, Marisa Ortiz, también a punto de cumplir los 30 años, y originaria de Puebla, cuenta que en la última semana sólo ha trabajado dos días."Ya casi no vale la pena venir aquí y perder toda la mañana. Además, si te contratan te pagan cada vez menos", explica a Notimex.
El sueldo que les pagan ronda los 8.50 dólares la hora, no muy por encima de los 5.50 dólares en el que está fijado el salario mínimo en el estado de Nueva York. Pero cada vez más frecuente que les ofrezcan seis o siete dólares.Eso sí, no tienen ningún tipo de beneficio ni derecho. Aceptan cualquier cosa. "Qué podemos hacer si no tenemos papeles", se lamenta María, quien ha estado un año sin venir aquí porque se quedó embarazada. Ahora ha tenido que regresar.
De repente, las casi 20 mujeres que están apoyadas en las esquinas, contra un escaparate de un establecimiento de Dunkin?Donuts se agitan y se arremolinan alrededor de una señora de rasgos asiáticos.
Llega a buscar mujeres dispuestas a limpiar una fábrica cercana y también a empacar material textil, telas y otros productos.En menos de un minuto de "negociación", escoge a dos muchachas y desaparece por entre la multitud.Ni Marisa ni María han tenido suerte. "Dice que quería que hablaramos inglés bien. Yo le he dicho que eso no importa, que no necesito saber inglés para limpiar y barrer el suelo", comenta María.
Ellas, junto al resto de sus compañeras, la mayoría mexicanas y ecuatorianas, son otra cara más de la inmigración ilegal. Pero más invisible que los hombres.
La mayoría no entra en las estadísticas, aunque su presencia se ha duplicado en las grandes ciudades como Nueva York, donde la demanda no está en el campo, sino en el sector de las manufacturas o como empleadas de hogar.
Según datos oficiales, las mujeres representan el 44 por ciento de la fuerza de trabajo de bajo salario entre los inmigrantes.
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